En El lenguaje del imperio el filo crítico de Losurdo apunta, si cabe con mayor vigor y rotundidad, hacia la ideología de la guerra que ampara y promueve, que ensalza y justifica, la cruzada política, religiosa y militar que se dirige desde Washington contra quienes resisten, o siquiera cuestionan, la hegemonía estadounidense, y apunta hacia ella con la suficiente destreza como para mostrar que todos los cargos esgrimidos contra el enemigo –Terrorismo, Fundamentalismo, Antiamericanismo, Antisemitismo, Antisionismo, Filoislamismo y Odio contra Occidente– son más bien dudosos, cuando no rigurosamente imputables a ese imperio planetario que se pretende a salvo de cualquier incriminación.