Sinopsis de EL HIJO DE CÉSAR

Año 44 a. C. Julio César es asesinado. Cuando en su testamento adopta y nombra como su heredero universal a su sobrino Octavio, la vida de este joven de dieciocho años cambia para siempre. Rodeado de hombres que luchan encarnizadamente por el poder —Cicerón, Bruto, Casio, Marco Antonio, Lépido—, el joven Octavio debe imponerse a todas las maquinaciones para hacer suyo el legado de su padre adoptivo y reclamar su destino como primer emperador romano. EL HIJO DE CÉSAR nace, después de una meticulosa labor de investigación, de la pluma de un auténtico poeta, y nos cuenta el sueño de un hombre por liberar a la corrupta Roma de las luchas internas que amenazan con acabar con ella y afianzarla como eje del mundo.

4 reseñas sobre el libro EL HIJO DE CÉSAR

En las notas del autor se indica expresamente que “las verdades que esta obra contiene no son tanto verdades de la Historia como verdades de ficción”, y que, por tanto, la mayoría de lo que se dice, la personalidad de muchos de los personajes que aparecen, no es más sino “fruto de la imaginación”. Y es aquí en donde me quedé pensando acerca del contenido de la historia, sobre las fuentes de la historia que nos han permitido conocer acerca de lo que verdaderamente aconteció; sobre le credibilidad que pueden contener esos escritos de época en donde, nadie lo sabe, pudo haber sido un John Williams del pasado quien, con su imaginación, narró hechos o, al menos, los alteró sobre lo que vio o, incluso, sobre lo que se contaba porque no lo vivió directamente. No lo sabemos y dependerá de nosotros sobre lo que queremos creer y cuáles son los fines que tenemos para creer o no. Yo he decidido creer en lo que nos narra el autor, a pesar de su lealtad que se desprende de esa primera advertencia, y lo hago porque sé que para escribir este libro estuvo estudiando esas fuentes históricas por más de cinco años, pero, siendo una razón más de peso, lo hago porque lo que transmiten esas cartas en las que se narran los hechos logró hacerme estremecer. Sentí que quien hablaba, en cada una de las cartas, era un personaje distinto que tenía mucho que contar, que quería que se supiera sobre las razones por las cuales un suceso había acontecido. La ventaja de la narración epistolar tienen que ver con que se puede conocer el punto de vista de quien escribe, y el autor fue muy cuidadoso con ello, porque cada carta tenía un sello personal que, al menos para mí, permitió que pudiera conocer a fondo cada personaje. Cada punto de vista sobre los hechos fue el eje central de la narración. El autor divide su libro en tres, y confieso: no sé cuál pudo haberme gustado más. El primer libro, que podría llamarse sobre la ascensión, narra sobre el acontecimiento fundamental que consistió en el asesinato de Julio César; la forma en la que fue advertido Octavio de ello y que lo mejor para él era que no se pasara por Roma; la forma en la cual decidió tratar a quienes habían instigado para asesinar a su tío; sobre el testamento de César; sobre la importancia de heredar un nombre, más que unas legiones; habla también sobre su amistad con Antonio y la forma despectiva en que éste lo trataba, pero también sobre la paciencia que pudo haber tenido para ir llevando la situación al lugar y la forma en la que la necesitaba; trata el tema de sus esposas, sin que todavía Livia fuera importante; narra sobre el Triunvirato, la piratería de Pompeyo y, finalmente, cómo fue apartando sus contrincantes para quedar él solo a cargo del poder. El segundo libro podría llamarse “mi pequeña Roma”, que era la forma en la que Octavio apodaba a su única hija Julia. Este libro, en medio de esa “paz romana” que se había alcanzado, se adentra en escudriñar sobre la forma de vida que se llevaba dentro de la ciudad. Entran en juego todos esos poetas a quien tanto admiraba Octavio y que eran invitados a los bacanales para que compartieran su talento con la familia del emperador. Se narra también sobre la pérdida de los mejores amigos de Octavio, a quienes tanto había querido y había beneficiado con sus decisiones, pero que también le habían dado su vida al emperador. Julia es la que más escribe en este libro, y lo hace desde su destierro, lo hace con añoranza sobre el pasado, pero sabiendo que fueron sus decisiones las que la sometieron. El sufrimiento del emperador, porque Julia fue su ser más amado. El tercer libro es el más íntimo, de esos libros que tienen la vocación para quedarse siempre en el recuerdo, más que por lo que se narra, por las elucubraciones que se hacen sobre la vida. Es Augusto quien las cuenta, el dueño del mundo, quien ha abrazado por muchos años el poder, es decir, una persona que ha alcanzado la gloria, habla desde lo que vivió y, a pesar de que no se sepa con certeza si se arrepintió de sus decisiones, porque indica que todo lo hizo en forma consciente para poder seguir dándole vida a una ciudad que estaba a punto de colapsar, nos cuenta sobre la soledad del poder; sobre el dolor que implica no poder hacer lo que se quiere; sobre la esclavitud del emperador, quien se encuentra atado siempre a un solo objetivo: mantener su gobierno. Es un libro espléndido. Al principio cuesta porque la narrativa epistolar puede hacer perder los tiempos de lo que se cuenta, pero una vez lo coges no quieres soltarlo, quieres que sea eterno. Lastimosamente el autor no escribió mucho, porque los dos libros que he podido leer de él son ciento por ciento recomendables.


Cinco años. Entre 1967 y 1972. Cinco largos años tardó John Williams en escribir las apenas trescientas páginas de esta historia novelada sobre la figura del Emperador Octavio Augusto. Puede parecer mucho tiempo. Sin embargo, tras leer con atención el libro, uno se da cuenta de lo complicado que debió resultarle dar vida al protagonista y al resto de personajes de la historia. Y, a pesar de las dificultades, lo bordó. Escribió una novela que ya forma parte de la historia de la literatura. Tras editar dos libros de poesía y tres novelas (Nothing but the night - por desgracia, todavía no traducida a la lengua castellana -, Butcher´s Crossing y Stoner), Augustus (o El hijo de César, en su traducción castellana) recibió en 1973 el National Book Award de ficción. Supuso, además, su despedida como escritor, ya que su obra The sleep of reason quedó tristemente inacabada al sorprenderle la muerte en Arkansas en 1994. No fue un autor muy prolífico, pero cada uno de sus trabajos son auténticas obras maestras que deben ser leídas y conocidas por todo lector que se precie de ser entendido en materia literaria. En este mismo blog reseñé en su día Stoner y Butcher´s Crossing. En El hijo de César me ha vuelto a maravillar. Y no era fácil. A todo el mundo le ha pasado que tras tener tantas ganas de leer un libro este ha terminado por defraudarlo. No es el caso que nos ocupa. La novela se divide en tres libros. El primero trata de la muerte de Julio César, tío de Octavio, y de las luchas intestinas que se produjeron en la Roma de la quinta década antes de Cristo por sucederle en el poder. Acompañado de sus tres inseparables amigos de la infancia, Mecenas, Agripa y Salvidieno, el joven, de apenas dieciocho años por aquel entonces, consigue con gran maestría y altas dosis de paciencia auparse al poder a través del triunvirato del que también formaron parte Marco Antonio y Lépido. La relación entre los triunviros nunca fue excesivamente buena, especialmente entre Octavio y Marco Antonio. Además, los actos de piratería de Sexto Pompeyo ponían en peligro a diario la llegada de los necesarios suministros a la ciudad romana. Merced a complicadas estratagemas y a alianzas a priori contra natura, Octavio fue deshaciéndose de sus enemigos uno a uno. Hasta acabar con los asesinos de su tío y padre adoptivo y llevar a Roma a un estado de paz y tranquilidad ya casi olvidadas por sus ciudadanos. De especial interés me ha parecido cómo nos presenta Williams los continuos vaivenes en las relaciones entre los triunviros, que oscilan entre la armonía y la hostilidad manifiesta según las distintas situaciones planteadas. El libro segundo, que, como el primero, consta de seis capítulos, se adentra en aspectos más personales de la figura del Emperador. También de su familia - su esposa Livia y su hija Julia - y de sus amigos y conocidos - entre ellos, los poetas más prestigiosos del momento: Virgilio, Horacio, Ovidio o Catulo -. El ambiente palatino se contrapone a la casa personal del Emperador, bastante más modesta que algunas de la capital imperial de la época. La parte final de este segundo libro se centra en la incesante búsqueda por parte de Octavio de un sucesor. Algo que le resultó mucho más complicado de lo que él hubiera deseado. Por accidentes del destino y por las sucesivas conjuras contra su persona a las que hubo de hacer frente a lo largo de los años. Aún así, mi parte favorita de este segundo libro ha sido la historia personal de su única hija, Julia, con la que se cebaría la desgracia. El libro tercero es el más breve de la historia, apenas veinte páginas. Narra los pensamientos y los sinsabores de un Octavio al borde la muerte, camino de Nápoles, donde fue a morir a la pequeña y modesta casa en la que 72 años atrás muriera también su padre. Pese a su brevedad cabe destacar el indudable valor de unas páginas que deben hacer reflexionar a todo el mundo sobre aspectos tan ansiados pero controvertidos como el poder y los sacrificios que este conlleva. Un testimonio desgarrador de un hombre que, siendo el dueño del mundo, se sintió solo durante la mayor parte del tiempo. Una soledad necesaria para el bien de su amada Roma. La novela, o historia novelada, de John Williams nos muestra a un Emperador muy humano, capaz de sacrificar lo bueno que podría extraer de la vida por una buena causa, la paz y la libertad de su pueblo. Una historia que tiene como gran originalidad el hecho de no estar contada por un narrador omnisciente normal, sino por todos y cada uno de los personajes que forman parte de ella. Y es que la estructura de la novela se basa en los escritos personales de muchos de los protagonistas, diarios, memorias, etc, y en las cartas que se van enviando unos a los otros a través de los años. Como digo, una forma realmente original de contar una historia que todo el mundo debería conocer.


El principio es un poco tedioso y dan ganas de dejarlos, pero luego se vuelve muy interesante y entretenido para la lectura y aprender de la época histórica


Mediante cartas escritas en contemporáneo a Octavio -el sobrino de Julio César-, y póstumas, la historia cuenta con simpleza y rigor la caída del segundo en manos de traidores y el auge del heredero desde su tortuosa entrada en la escena política romana hasta su conversión en César, Augusto y divinidad de Roma. Las cartas siguen una perfecta línea de tiempo y hacen que los diferentes personajes tomen y dejen el hilo conductual para nunca perder de vista al emperador ni la historia.


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Calificación General: 8,5Por leer

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FRASES DEL LIBRO EL HIJO DE CÉSAR

“Mi tío me dijo en una ocasión que demasiada cautela puede conducir a la muerte de forma tan certera como demasiada precipitación”.


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“Sospecho que, a esa edad, uno comienza a mirar la vida en retrospectiva y a preguntarse si ha valido la pena, y necesita de la bondad de los demás para convencerse de que si”.


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“Los poetas afirman que la juventud es el tiempo del fervor, el tiempo del amor, de la pasión, y que con la edad la sabiduría nos templa y la fiebre amaina. Se equivocan los poetas: yo no conocí el amor hasta tarde en la vida, cuando ya no podía aprovecharlo. La juventud es ignorante, y su pasión, abstracta”.


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“no obstante, la experiencia me ha enseñado que unos principios firmes y una disposición amarga pueden dar como resultado una moralidad cruel e inhumana, pues le permite a uno justificar cualquier cosa a la que esa disposición le conduzca”.


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“Alejandro tuvo suerte de morir tan joven, pues de otro modo habría llegado a la conclusión de que conquistar el mundo no tiene ningún valor, y aún mucho menos gobernarlo”.


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