Un clásico de realismo italiano, llevado al cine por Bernardo Bertolucci, que tras el retrato de un hombre común describe el feroz mecanismo por el que los seres humanos se confunden en una masa sin libertad individual, proclive a ser dirigida por el redentor de turno.
Se sentía completamente tranquilo, frío; si acaso, un poco triste; era una tristeza misteriosa que consideraba ya inseparable de su carácter.