La palabra «cáncer» arrastra todavía un halo de fatalidad, como un presagio de muerte irremisible y a corto plazo, fruto de su acusada incidencia y de los escasos logros en el combate librado para erradicar la enfermedad. Sin embargo, en la actualidad la situación ha variado considerablemente. Los tratamientos han evolucionado de modo muy favorable en los últimos años, y son ya infinidad de personas en todo el mundo las que han logrado sortear el diagnóstico mortal asociado al término, disfrutando de una calidad de vida más que aceptable y conjurando los augurios más alarmistas de otro tiempo.