Denuncian, anuncian, atacan, analizan, ironizan, polemizan, claman cada día desde sus tribunas para señalar - cual profetas airados-, los pecados sociales y los vicios politicos, pero raramente se muestran personalmente: sacan a relucir las tripas del país, las ajenas, pero nunca las propias.En definitiva, que usted desayuna todos los días con un alguien a quien no conoce mucho. Moja en su café con leche las ideas, las metáforas, las frases brillantes y las maldades que estos columnistas le proponen cada mañana y así se traga el cruasán ideológico.