Los envejecidos hermanos McPheron están aprendiendo a vivir sin Victoria Roubideaux, la madre soltera a la que acogieron y que ahora ha dejado su rancho para comenzar sus estudios universitarios. Un joven solitario cuida estoicamente de su abuelo, y una pareja de minusválidos intenta proteger a sus hijos de un pariente violento. A medida que estas vidas avanzan y se entrecruzan, Al final de la tarde desvela verdades inmemoriales acerca de los seres humanos: su fragilidad y resiliencia, su egoísmo y su bondad. Su habilidad, al fin y al cabo, para sentirse en familia los unos con los otros. Esta entrega, nostálgica y repleta de singulares momentos de redención, es un retrato dotado de una esperanza tan sencilla y clara como la prosa de su autor. Con su estilo sobrio, Haruf supo construir en la «Trilogía de la Llanura» un paisaje literario que ha sido comparado con el Mississippi de Faulkner, el Medio Oeste de Sherwood Anderson o la California norteña de Wallace Stegner.
Precioso. Una maravilla la simpleza, la ternura y el sentimiento con el que escribía Kent Haruf. Me he emocionado mucho. Vamos a por el tercero.
Una novela espléndida que se lee con avidez sin tener una gran trama porque desborda verdad y humanidad en cada página. Es delicioso deslizarse por ellas y entrar de puntillas en la vida de personas que sufren, que gozan, que viven la vida que les ha tocado y que a veces no son capaces de nada más que sufrirla.