ZAPATOS DE CARAMELO

Me ha parecido más flojito que su antecesor, Chocolat. Aun así, es totalmente disfrutable, solo que la trama a veces no sentía que estuviera a la altura de lo que esperaba. En esta ocasión, hay un salto de cuatro años con respecto a Chocolat, por tanto las cosas han cambiado mucho para la protagonista que conocíamos, Vianne Rocher. Para empezar, ha pasado de llamarse Vianne a Yanne y, por supuesto, ya no vive en el pintoresco pueblo de Lansquenet, sino en París. Además de ella, su hija Anouk también ha sufrido cambios: desde su nombre, pasando a llamarse Annie, hasta su cambio físico pasando de ser una niña a casi una adolescente. Y por si fuera poco, Vianne/Yanne ha tenido una segunda hija: la pequeña Rosette. Con esta premisa, Zapatos de caramelo sigue la misma estética: capítulos contados en primera persona por diferentes personajes, en este caso, por Vianne, por Annouk y por Zozie, las tres mujeres que protagonizan este libro. De Vianne ya la conocíamos del primer libro, por lo que aquí seguimos conociendo a nuestra indiscutible protagonista, aunque he decir que es un personaje que ha cambiado muchísimo. Poco queda de la Vianne alegre y jovial que vimos en Chocolat, que allá por donde iba contagiaba con su optimismo y parecía hacer una mella positiva, casi mágica, en los demás. Es un cambio que, si bien he echado en falta, tampoco me ha disgustado del todo porque le he visto sentido tanto para el desarrollo del personaje como para el de la relación con su hija o con Zozie. En cuanto a Annouk, sus capítulos son los que más me han gustado. He de decir que me he sentido muy identificada con ella a su edad, tanto en la relación con su madre como en su personalidad y y su desempeño en la escuela y sus compañeros. Es un personaje que me ha encantado poder conocer de primera mano, ya que en Chocolat la veíamos a través de los ojos de su madre como una niña. Y por último, Zozie, es un personaje que se nos introduce por primera vez, una mujer que no trama nada bueno pese a la faceta con la que se le presenta a Vianne y Annouk. Sinceramente, no he entendido el cometido de esta trama en la historia. Directamente no he entendido al personaje, es sin duda el motivo por el que le he bajado la nota y el que me ha agravado el bloqueo lector post-vacaciones. Los capítulos de Zozie se me hicieron pesados de leer, menos mal que son rápidos de leer. A propósito de Zozie, de la mano de esta mujer se nos mete en el libro un elemento que, si bien me encanta siempre, en este tipo de historia me sobraba por todas las páginas: la magia. Quiero explicarme: en Chocolat ya había magia, pero una muuuuy tenue y abstracta, ese tipo de magia de cuando entras en una librería antigua, o visitas un pueblo abandonado. La chocolatería y las maravillas que preparaba Vianne, junto al encanto del entorno ayudaban a crear una magia única. En este libro, en cambio, la magia se torna demasiado fantasiosa, añadiendo elementos como cartas del tarot, hechizos y brujas, rompiendo por completo la esencia. Ya llegó un momento en el que me molestó porque lo vi excesivo. Por otro lado, me gustaría destacar al resto de personajes que complementan a las tres protagonistas: desde Roux (♥), Thierry, la adorable Rosette (a pesar de su corta edad es un personaje que enternece el corazón) y los amigos y amigas de Annouk. Sean buenos o malos, todos cumplen una función dentro del desarrollo de las tres mujeres. Y por supuesto, el chocolate sigue siendo el hilo conductor y el elemento más importante.