Un libro que trata temas como la muerte y el duelo, el sexo, el amor y la frustración, llevándote a un pasado lleno de reflexiones. Marcos acaba de perder a su madre, una reconocida bailarina que le ha enseñado todo en la vida, y decide que su mundo ya no puede ser igual sin ella. Justo en el momento que va a dar un giro a su vida, una llamada de teléfono cambia radicalmente los acontecimientos."Mi don"es difícil de explicar. Cómo aprendí a utilizarlo es mucho más extraño de relatar. Pero deseo hacerlo. Deseo contároslo. Hay cosas, detalles pequeños que forman parte de uno mismo y hacen que seas como eres. Y el don era algo que me definía. Aunque lo utilizaba poco. Hacía que me sintiera más vivo.""Albert Espinosa tiene una extraña habilidad para generar a su alrededor simpatía inmediata, virar en positivo el humor de las personas y conciliarlas con el mundo y con ellas mismas, si es que estaban en desacuerdo."Josep Massot, La Vanguardia
Es cierto que se hace muy amena la lectura de este libro por la forma en la que escribe el autor. En mi opinión no es un libro que me haya fascinado… de hecho no me ha gustado tanto. Considero que la narración no va a parar a ningún sitio, no hay una acción como tal. El final también ha sido un poco impactante porque no sabía cómo tomármelo, igual puede que haya sido por la forma en la que se explica en las 5 últimas líneas del libro. Aun así, Espinosa no profundiza para nada en la descripción del personaje aparte de la madre del protagonista, del cual solo conocemos su nombre, su don y su puesto de trabajo. Los otros personajes apenas son descritos, a mi me gusta ver cómo evolucionan los personajes o al menos ver cuál es su personalidad. A decir verdad, el mejor personaje es sin duda la madre, que nace de los recuerdos de marcos básicamente. No es un mal libro, de hecho está bastante bien para matar el tiempo en una tarde.
"Nunca se sabe qué encontrará uno tras una puerta. Quizá en eso consiste la vida: en girar pomos."
No hace mucho que lo conozco, pero durante este intenso tiempo que hemos compartido, de trabajo, risas, palabras, abrazos, regalos y algún llanto, lo he conocido más y hemos llegado a un punto en que con sólo escucharnos por teléfono, sabemos qué le pasa a uno o al otro.
"Mucha gente prefiere dormir a vivir, aunque sepa que la realidad que está gozando es falsa.”
"Rompí a llorar", me encanta esa expresión. No se dice "rompí a comer" o "rompí a caminar". Rompes a llorar o a reír. Creo que vale la pena hacerse añicos por esos sentimientos...