SÁBADO, DOMINGO

Lo único que se queda en mi mente sobre este libro y que le otorgo razón en que por lo general las personas damos por hecho cosas que, después por no preguntar, terminan decepcionandonos y lastimándonos. Pero de ahí en fuera, nada, pasará al olvido sin pena ni gloria. No terminé por empalizar con nada, ni con la historia, ni con los personajes. El protagonista, lo odié por derrotista, pesimista, depresivo y apático.

Una novela corta, amena que de repente te sume en una melancolía y te hace pensar en lo vivido o en lo extraño que se teje la vida en ocasiones. Con un final original. Creo que la volveré a leerlo en otro momento.

Es común que cometamos el error de asumir en vez de preguntar. Pensar por lo demás y hacer suposiciones que, muchas veces, ni se acercan a la realidad. Lo peor de todo, es que adoptamos conductas según lo que creemos . La novela nos muestra el mundo de Federico que sobrepiensa todo, asume, se retrae, adopta la personalidad que cree que los demás ven en él, lo que termina haciéndose real. La historia está contada en primera persona en donde podemos "escuchar" la voz de Federico. Una voz rumiante, bastante molesta, llena de inseguridades. La primera parte, es de él cuando adolescente. Parecía que ahí era más consciente de sus debilidades. Su amistad con Chino, quien ni siquiera le caía bien, pero con quien salía y se iba de fiesta es una de ellas . Pagaba sus cuentas y las de todos, pese a que todos tenían mejor situación económica que él. Por esfuerzo de sus padres se fueron a vivir a un barrio de gente con dinero. No vivían mal, pero el no haber nacido en cuna de oro lo hacía ser complaciente con los todos para encajar. El se daba cuenta de que estaba "creciendo mal" pero no actuaba para remediarlo. Nunca actuaba, solo pensaba, pensaba y pensaba .Hasta que llegó la adultez y según sus palabras "creció mal" Federico, de quien conocemos su nombre recién en la segunda parte de la novela ya cuando adulto, es el ejemplo de lo que conocemos como una profecía autocumplida. En una salida con su amigo Chino, salen con una camarera. La fiesta terminó con los tres en la casa de Chino, el en el living mientras Chino y la camarera se divierten en la habitación. De pronto, un disparo, Chino con su dedo del pie sangrando. El no supo que hacer y se desmaya. Al despertar no hay nadie en casa, todo está limpio, no hay rastros de sangre, la habitación y cama impecable como que nunca nadie estuvo allí. Nunca más vio a Chino, no lo buscó. Tampoco supo nada de la camarera. Siguió su vida arrastrando la culpa de lo que pasó esa noche, sin averiguar que pasó con la camarera con su amigo que él sabía era un gilipollas y podría haberle hecho daño. Me gustó más la primera parte, creo que se me hace más digerible una conducta así en un adolescente que en un adulto.

Una novela de Ray Loriga sobre el arrepentimiento. Un hecho ocurrido un sábado de su juventud, sume al protagonista del libro en un profundo sentimiento de culpa que le lleva al alcoholismo. No sabe qué paso esa noche y eso le desasosiega. Años después, descubrirá que pasó y, con ello, si todo ese sufrimiento ha tenido sentido. ¡Buena lectura!

Última novela del eterno 'enfant terrible' de la literatura española, que parece haber abandonado el estilo anfetamínico y gamberro de sus primeras obras, a favor de una mayor claridad y sencillez a la hora de seleccionar la historia que quiere contar, y poniendo el foco en las emociones que más preocupan al común de los mortales cuando el paso del tiempo se hace difícil de esquivar. Aquí se habla del pasado como sombra pesada que oscurece el presente, y de cómo la culpa, real o imaginada, contamina cualquier posibilidad de éxito o satisfacción personal. También se habla de decisiones equivocadas y de personas que salvan cualquier naufragio. La novela se divide en dos partes separadas por un intervalo de 25 años, un sábado en agosto de 1988 y un domingo en octubre de 2013. Ambas partes están escritas en primera persona. La primera cuenta los hechos que desencadenaron un suceso traumático en la vida de un adolescente, que empieza en la fiesta de su querida primi 'Gini' y acaba con él desmayado justo después de oír un disparo y de ver a su amigo 'Chino' con el pie ensangrentado. La segunda parte, nos muestra a ese adolescente, ya adulto, pero aún huyendo del enigmático suceso y agobiado por un sentimiento de culpa que no lo ha abandonado desde ese día, y al que atribuye su mala suerte y la patológica desconfianza en los demás.

Todo puede comenzar un sábado de juventud y finalizar en un domingo de nuestra adultez, ata un liston amarillo a ese viejo roble y dejemos que todas las culpas, silecios y falsos prejuicios se reencuentren con nuestro ser. Alberto Briz

Es una lectura rápida, pero en lo personal es intrascendente. Está escrito de una manera hermosa y bastante melancolía y deprimente, por la forma en que narra el protagonista. Lo leí en un día porque no es tedioso, pero no sé queda en mí como una gran historia.