Julio Romero de Torres (Córdoba, 1880-1930), aunque influido por corrientes simbolistas y por el movimiento prerrafaelista, no extrajo sus contenidos del mundo literario, sino de la vida cotidiana. Sus cuadros de bellas mujeres de carnes pálidas y morenas, de frentes tristes, de sedosos y oscuros cabellos, de ojos negros como noches desventuradas, de senos virginales, de manos indolentes, lo convirtieron en el pintor de imágenes misteriosas, de símbolos recurrentes, de personajes consumidos por la pena: encarnación del ámbito oscuro del duende, del símbolo milenario de los frutos, del sentido trágico, de la ironía, de la nostalgia y del erotismo. Encuadernación: rústica.