Nadie encendía las lámparas alberga el conjunto de cuentos más logrado de Felisberto Hernández. En ellos culmina el universo ficcional del autor, narra eficazmente unas historias sencillas y elabora una sólida respuesta a los problemas que nos plantea el viejo y renovado anhelo de leer y escribir.
primer comentario sobre un cuentista sin ánimo para el éxito: nadie encendía las lámparas (y otros cuentos que forman parte de cualquier antojadiza antología de feliberto), ofrece un espacio sensorial flotante. olores, sombras, pequeños guiones intrascendentes y miradas saturadas por el color. oídos atentos a un piano que suena a pedido de unas monótonas viudas sin tiempo y sin prisa. un relato que se cuenta a si mismo, haciendo todo al mismo tiempo: cuento, cuento que cuento y contando un cuento, cuento un cuento. y por si fuera poco, ni lo intenta, acontece a pesar de él. una tarde en cualquier casa del interior de nuestra pampa rioplatense. escueta, llana, polvorienta pero que parece que esconde algo importante, un secreto (que no es).