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LITERATURA CONTEMPORÁNEA

MEMORIAS PRIVADAS Y CONFESIONES DE UN PECADOR JUSTIFICADO

JAMES HOGG

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Sinopsis de MEMORIAS PRIVADAS Y CONFESIONES DE UN PECADOR JUSTIFICADO

Desde un punto de vista múltiple y omnicomprensivo de abordar el horror, Hogg nos relata el lento deterioro de un personaje ya malo, que es animado al crimen por la doctrina fatal de la «justificación por la gracia» (una aberración de la doctrina de Lutero que llega a afirmar que el elegido de Dios no puede pecar, que Dios jamás le castigará, que el homicidio, la embriaguez, etc., son pecados en el malvado, pero no en el hijo de la gracia que ha garantizado su salvación). El horrendo héroe de Hogg proyecta sus asesinatos con plena conciencia, y los comete con lúcida satisfacción. No está loco; pero está poseso; le vemos someterse poco a poco a la persuasión de un amigo poderoso en quien reconoce, sólo cuando es demasiado tarde, al mismísimo diablo, que ya nunca soltará a su presa... «Que yo recuerde, hace mucho que no me había sentido tan cautivado, tan voluptuosamente atormentado por un libro», dice André Gide, de esta obra terrible y prodigiosa, debida a James Hogg (1770-1835), «el pastor de Ettrick».

2 reseñas sobre el libro MEMORIAS PRIVADAS Y CONFESIONES DE UN PECADOR JUSTIFICADO

Dicen que la belleza del arte se encuentra en la extrañeza, y ¡qué obra tan extraña la de Hogg! Robert Wringhim, fanático presbiteriano, rechaza la ley terrenal como algo superfluo frente al evangelio. Su filosofía radical sostiene que las buenas obras no contribuyen a la salvación, mientras que el pecado no la impide. La única manera de ganarse la entrada al cielo es mediante el camino de la fe, y sólo por la fe. Bajo esta lógica, la persona justificada por la gracia no puede actuar mal. Grandísimo problema para la Iglesia del siglo XVII, pues la moralidad cristiana, junto al sistema de castigo y recompensa, se ve tremendamente amenazado por el presbiterianismo, descendiente directo del reformismo calvinista. La obra está dividida en dos partes. La primera corresponde al relato del editor, personaje ficticio que ha investigado a través de los registros parroquiales el caso de este tal Wringhim, quien sin problemas podría haberse coronado como uno de los personajes más indeseables de toda la literatura, de haber tenido mayor difusión esta obra. Al principio se presenta como un personaje envidioso, malvado y odioso, pero en el transcurso de la historia se torna oneroso y patibulario, un ser que transpira malignidad. A medida que avanza la historia, contada con cierta objetividad, casi como si se tratara de una crónica policiaca, el relato se va tornando paulatinamente más oscuro, sobre todo con la aparición de la figura diabólica de aquel ser que adopta el aspecto de otras personas, que le brinda a la historia un matiz de misteriosa oscuridad. La segunda parte, sin embargo, narra la misma historia, pero desde las memorias y confesiones de Wringhim, obtenidas de su diario. Esta parte nos brinda nuevas perspectivas que nos llenan de confusión —lo que vuelve más interesantísima la historia—, puesto que los hechos más importantes narrados pocas veces coinciden con la primera parte. Asimismo, queda desvelado el carácter de su diabólico amigo, Gil-Martin, encarnación del mismísimo Satanás, que ejerce una terrible influencia sobre Wringhim. Esta segunda parte es mucho más oscura que la primera, y está repleta de locura, desesperación y maldad. Para concluir, considero que más allá de la crítica que Hogg realiza al fanatismo religioso, también nos advierte acerca de la peligrosidad de las convicciones; las mismas que han llevado a los grandes "líderes" mundiales a cometer los mayores genocidios de la historia. En el caso de Wringhim, se representa a través de la convicción de que lo que está haciendo es lo correcto y lo justo. He aquí la importancia de la dubitación.


El escocés James Hogg, pastor de ganado y por ello conocido como “el pastor de Ettrick”, publica en 1824, su original e intrigante obra, de contenido gótico y misterioso, que podemos disfrutar en esta edición, con un extraordinario prólogo de André Gide, cautivado por el libro.Seguimos las andanzas del protagonista Robert Wringhim en una novela de una composición y estructura moderna y compleja, fragmentada en dos partes. La primera, más objetiva y narrada por el editor, en la que encontramos la recogida de datos y pruebas, cuya finalidad es contextualizar lo narrado en la segunda parte, que son las memorias propiamente dichas, y sus confesiones, donde conocemos todos los crímenes cometidos por el joven protagonista, educado severamente en la religión presbiteriana, convencido de ser un elegido justo que alcanzará el Cielo, por la doctrina de la justificación por la gracia, y así, todo lo que haga en la tierra, poco importa. En este estado, conoce a un extraño personaje, llamado Gil-Martin, que será quien guiará sus pasos y lo manipulará para llevar a cabo sus acciones criminales por la mayor gloria de Dios y de su iglesia. Este misterioso y poderoso personaje, que gobernará su voluntad, es el mismo demonio al que el joven Wringhin reconocerá, solo, cuando es demasiado tarde. Un extraordinario ejemplo del estudio psicológico de un asesino. Una obra desconcertante pero sorprendente y prodigiosa.


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