"Roth, que es el gran novelista del ocaso del Imperio austrohúngaro, en 'Los cien días' recrea el final de otro imperio. 'Los cien días' comienza con el regreso de Napoleón de su exilio en la isla de Elba, cuando llega a Francia rodeado del fervor popular, y finaliza en Waterloo. Antes de su derrota el emperador es asaltado por el desánimo y la duda. Sabe que los vítores de la multitud van dirigidos a la imagen de un Napoleón que ya no existe. Y es a esa imagen a la que Angelina une su suerte ciegamente. Durante la novela se entrecruzan los destinos de ambos, del general victorioso que ha cambiado la Historia y del personaje anónimo que es arrastrado por ella."
Una vez más Roth describe el deterioro y el ocaso de toda una generación, esta vez encarnada en dos historias paralelas: la de un crepuscular Napoleón Bonaparte que regresa de su exilio en la isla de Elba para retomar el poder, volverlo a perder en Waterloo y ser definitivamente desterrado a la isla de Santa Elena (los cien días), y la de una entrañable lavandera de su corte de nombre Angelina que estaba secretamente enamorada del emperador Napoleón. La historia aparentemente “mínima” de Angelina es más impactante que los cien días de Napoleón de los que solo se narra su llegada victoriosa a París y su salida para pelear, y perder, su última batalla, y sus horas anteriores a embarcarse rumbo a su definitivo exilio. En cambio, Angelina merece una amplia narración desde su nacimiento, enrolamiento en la corte del emperador como lavandera, violación y nacimiento de su hijo con su posterior muerte a manos de los realistas durante una violenta jornada de manifestaciones. Novela que tiene momentos muy tristes (la muerte y sepultura del hijo adolescente de Angelina en Waterloo), una prosa muy poética y un mensaje de deterioro como solo Roth era capaz de transmitir.