Marzo, 2020. Un profesor abandona Madrid por prescripción médica, va hasta una cabaña en la sierra y conoce a una mujer apasionada quince años menor. Él se llama Salvador; ella, Montserrat, y entre los dos crece una confianza plena e inesperada, llena de revelaciones. Sus encuentros son un gran baño de luz. Salvador se ilusiona y le cambia el nombre, la llama Altisidora, como un personaje del Quijote. Ambos se enamoran y construyen una relación madura, con las prevenciones propias de sus cuerpos y recuerdos: el pasado reaparece constantemente. Los besos es una novela de amor romántico e idealizado, pero también de piel y amor carnal, de cómo en mitad de una crisis universal dos seres humanos intentan regresar a la patria biológica y atávica del erotismo, ese lugar misterioso donde hombres y mujeres encuentran el sentido más profundo de la vida. Erotismo y ternura: el equilibrio perfecto Cuando el amor descubre el sentido más profundo de la vida
Para eso venimos al mundo, para enamorarnos hasta morir de locura. Aunque nunca es así, nos morimos de otras cosas, pero no de amor.
Mirar a los ojos: ese es el acto grande, porque con ellos lo dices todo. Es una aduana en donde nadie miente.
Maldita sea la edad madura, qué es la edad de las incesantes precauciones, que asustan al amor. La edad del millón de cautelas.
La forma que la humillación tiene de erosionarnos es sigilosa, silenciosa, oscura. La humillación solo se cura con los besos profundos.
Volver a amar como a los veinte años es imposible. A no ser que seas Don Quijote de la Mancha.
"...todos los seres humanos somos algo, lo que sea pero algo, y lo único importante es que lo que seamos no dañe a nadie."