El día en que cumple 18 años, Leonard Peacock decide acabar con su vida. El mundo adulto le parece triste; cuando las personas crecen caen en una rutina de desilusión y él quiere evitar alargar el sufrimiento. Ha conseguido una pistola P-38, herencia de la lucha de su abuelo contra los nazis en Europa, y se pegará un tiro. Pero antes tiene que entregar cuatro regalos, uno para cada persona importante de su vida.
—Luego te voy a matar —le digo al del espejo, pero él contesta con una sonrisa, como si esperara ansioso el fin. —¿Me lo prometes? —oigo decir. Casi me da algo, porque yo no he movido los labios.