Un conocido ilustrador abre la puerta de su estudio para dejar entrar a una elegante pareja que acude a él como modelo para sus ilustraciones. Necesitan algunos ingresos y creen que el trabajo más digno sería ofrecer su buen porte y su magnífico aspecto para las ilustraciones de novelas de la alta sociedad. Ellos son lo real: la diferencia entre conseguir unas buenas ilustraciones y cualquier simulación que pueda obtener el artista contratando a otros modelos.