La represión sexual no es un hecho nuevo en España, pero a lo largo de los últimos cuarenta años esta represión se ha institucionalizado y ha alcanzado rasgos esperpénticos. Consecuencia inmediata del sedicente y pertinaz puritanismo impuesto a fuerza de decretos ha sido la obsesión por el sexo que ha marcado alguno de los aspectos más pintorescos del comportamiento del español medio.