La dilatadísima distancia temporal entre escritor y lector no contribuyó a reducir la repugnancia que provocó en mí este manual dirigido a controlar el comportamiento y la moralidad de la mujer a través de un discurso religioso tan poderoso, que aun en la actualidad es posible contemplar algunos remanentes de su influencia. Para conseguirlo, fray Luis se valió de sus arbitrarias interpretaciones de la Sagrada Escritura, que manipuló, indudablemente a su conveniencia, para legitimar sus argumentos y lograr su objetivo.El valor histórico de la obra, cuyo fundamento nos permite conocer algunos vestigios del pensamiento del siglos XVI y rastrear su posterior influencia en la actualidad fue el aliciente que me permitió terminar de leerla.