El debate psicoanalítico sobre la femineidad precede a las tesis de Freud, expuestas en los dos artículos sobre la sexualidad femenina de 1931 y de 1933. Las precede a través de las voces de Kart Abraham, Karen Horney y Melanie Klein; lo que equivale decir que ha comenzado desde siempre y que está muy lejos de terminar. Quizás es una paradoja: aunque irresoluble, el enigma de lo femenino no es por ello menos fecundo. Y esa fecundidad de lo desconocido es a la vez un llamado a seguir ciertas pistas que van, en esta obra, del amamantamiento al infanticidio, de la pasión erótica de las telas a la repugnancia de la pulsión anal, en fin, a los caminos de la teoría de lo femenino.