El 23 de abril de 1849 Dostoyevski fue detenido por «crímenes contra la seguridad del Estado» y condenado a muerte. El motivo era su vinculación con el Círculo Petrashevski, un grupo donde se debatía acerca de las ideas utópicas socialistas y liberales surgidas en Francia. Finalmente, su pena será condonada por trabajos forzados en una prisión de Omsk, Siberia, donde permanecerá cinco años, hasta que una amnistía decretada por Alejandro II le permita volver a San Petersburgo. De este tiempo de prisión contaría a su hermano que se sentía «silenciado en un ataúd», y dejó escrito: «Desde la mañana a la noche, era imposible no comportarse como cerdos». Esta experiencia, que cambiará para siempre la visión del autor sobre el ser humano y la sociedad, es la materia de estas memorias. En ellas, Dostoyevski «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos», según Stefan Zweig, y «el único psicólogo del que tengo algo que aprender», según Friedrich Nietzsche adopta la piel de su personaje Alexandr Petrovich para relatarnos las anécdotas, conversaciones y experiencias vividas en el interior de la casa de los muertos.
La novela más humana sobre el presidio y la idea de ser preso. La prisión se convierte en el personaje principal de esta novela que nos lleva a lo más salvaje de la condición humana. Al mismo tiempo, como pasa siempre con nuestro querido Fedor, se introduce una narrativa única sobre Rusia y su cultura, como si el país fuera otro personaje a parte que está siempre incluido en el fondo de toda su literatura. Cuando lo leáis, decidme cuántos Yeretbiatnikovs habéis encontrado en la vida real. Creo que por estos detalles es un libro imprescindible.
Heme aqui habiendo llegado al penal mi puerto durante muchos años.Este es el rincon donde debo vivir entro con el corazon traspasado y lleno de desconfianza