EL GRAN INQUISIDOR

Gracias a la vida por permitir que me forme, que aprenda algo de tan grande autor. Por permitirme conocer su punto de vista frente a aspectos tan trascendentales. La lectura fue un soplo que llegó directamente al corazón y de allí camino directo hacia el cerebro. Tacaña asimilarlo, no se podía solamente recibirlo y dejarlo guardado, daba mucho que pensar. Un soplo por lo rápido, por el velo que, al pasar, deja esa sensación extraña para que luego sea percibido. Los sentidos están para ello, para percibir, pero dependía más de mí si esa percepción (y haber disfrutado el momento) se dejaba sólo en ello, en esa sensación pasajera que, a los días, no queda ya en el recuerdo. Me opuse rotundamente a que eso sucediera. No podía dejar pasar tantas reflexiones, las cuales comparto en varios sentidos; no podía dejar pasar esos momentos sublimes que me hizo sentir. Y, Cómo lograrlo? Cómo impedir que esa gran lectura no se quedara solamente para el momento? Permití que ese soplo fuera interiorizado, hice que las letras fueran parte de mí, cómo si mi cuerpo estuviese totalmente tatuado con los párrafos de “El Gran Inquisidor”. Deje que quedaran esas cicatrices, las cuales, al ser observadas, recuerdan el momento preciso en el cual se cometió el improperio en contra del cuerpo. Esa fue la medida, me llene de señales que impedirán, por siempre, el olvido de lo vivido, de lo disfrutado y de lo firmado con el gran Dostoyevki. Se me hizo ver hablando a Iván con su hermano menor, con ínfulas de gran pensador a pesar de apenas estar aprendiendo sobre la vida, pero también con esas ganas de comerse al mundo, aspectos ambos propios de esa juventud. Lo sentí con antipatía en contra de pilares que se han instaurado en la sociedad, dolido por lo que ha tenido que observar, por la lectura de esas crónicas que muestran las cosas más terribles de la humanidad. Se me hizo haberlo oído, con su voz gruesa, cuando comenzó a narrar su relato sobre el Gran Inquisidor, en ese momento, en ese mismo instante, no pude dejarlo de mirar. Resultó histrionico, adoptó su papel de cuentista. Se nota que había ensayado para ese momento, además, que creía todo aquello que decía. El relato fue fabuloso (es y lo será). Qué diría Jesus si, 8 siglos después de su aparición, volviese a venir para darse cuenta de la forma en la cual la iglesia cristiana ha interpretado su palabra? Por Dios. Nos fue dada la libertad para interpretar esa palabra y, Lo habremos hecho en la forma correcta? La iglesia, en cabeza de Pedro, Ha fungido como un guía a la altura del mensaje? Esas son mis cicatrices, tengo lleno mi cuerpo de ese tipo de preguntas. Pienso que Jesús tuvo mucha más fe en la humanidad que la fe que ha tenido la humanidad en él, el humanista, el mensajero. Iván sostiene que sí cree en Dios, yo mismo lo oí, pero que no comparte lo material y tangible que ese Dios ha dejado; que no cree en la humanidad, pues no entiende las razones por las cuales estamos sometidos a tanto sufrimiento. El Gran Inquisidor, vaya personaje, increpa a Jesús con una serie de señalamientos, todos ellos derivados de la tentación de satan con los tres fañosos ofrecimientos, pero, como siempre lo ha hecho, Jesús si, él sí responde con el ejemplo, con su mensaje de tranquilidad. Creo que me he extendido demasiado, pero estas cicatrices me imponen seguir escribiendo, por tanto plasmaré una última reflexión que me dejó marcada la lectura del libro. Abismal esa reflexión sobre la libertad! Siempre la he compartido: Somos realmente libres? Dios nos dio el albedrío para tomar decisiones, nos permite que optemos por el buen o mal camino, pero somos esclavos de una serie de aspectos que impiden que esas decisiones puedas ser tomadas desde, precisamente, la libertad dada. Por ejemplo, somos seres que requerimos para sobrevivir de alimentarnos, por tanto, parte de nuestro instinto (no sé si es animal o de lo que sea, pero si estoy seguro que está dentro de nuestra genética), que es el de supervivencia, nos obliga a tomar alimentos cada cierto tiempo. Ahora: Somos realmente libres cuando requerimos de hacer algo para sobrevivir? De otra parte, nos encontramos cada vez más compelidos por la presión cultural que absorbe cada día más esa libertad y ni qué hablar del contrato social para efectos de que podamos vivir en comunidad. Entonces: Somos realmente libres?

Una novela muy corta de Dostoievski, que tiene lugar en Sevilla con el regreso de Dios y su encuentro con el inquisidor. Dostoievski, partidario del socialismo que abandona,,hace una conversión al cristianismo.

ME ENCANTÓ, LO AMÉ Y LO DISFRUTÉ, corto pero no simple, me gustó la novela, me pareció un poco frustrante "El jugador" pero "El gran inquisidor" fue borrón y cuenta nueva en menos de 15 minutos, me encantó la obra, la manera de narrar fue increíble, su tema fue divino, 10/10, novela corta pero no aburrida, no soy muy creyente, pero aunque hablara sobre el cristianismo me entretuvo como no tienen idea.