En La agonía de Rasu-Ñiti, encontramos la superación de la muerte a partir del rito comunitario de la danza de las tijeras; y en Warma kuyay y El sueño del pongo, lo vemos aún más expuesto en las relaciones de poder que se libran entre el mundo indio y el blanco. Frente a ellas, la literatura de Arguedas se levanta con la fuerza misteriosa e inexpugnable del mito.
Sigo fascinado con los cuentos de Arguedas. El cuento "La agonía de Rasu Ñitii" relata las últimas horas de vida de un dansak' (danzante de tijeras) que al ver que su hora de partir ha llegado decide hacer su última danza frente al público, acompañado de su esposa, sus hijas, y entre los músicos, su joven discípulo. Es sumamente asombroso la manera en cómo la música y las últimas sonadas de las hojas de tijera del danzak' se van encontrando, influenciadas por la muerte, que el arpista también ve llegar. La simbología que se presenta es la del cóndor como un anunciante de la muerte del dansaq'. La riqueza folklórica andina y la forma en cómo son relatados por este extraordinario cuentista son totalmente algo fuera de serie.
Arguedas y su inmensa capacidad de plasmar en la lengua española, el mundo andino y la cosmovisión quechua: : Agua, Diamantes y pedernales, La agonía de Rasu-Ñiti, El sueño del pongo, El forastero y otros cuentos. La agonía de Rasu-Ñiti, es un bello cuento en homenaje a la danza; en el Arguedas describe los últimos momentos del personaje, quien se viste con sus atuendos de danzante de tijeras para su cita impostergable con la implacable muerte.
"Rasu Ñiti" era hijo de un "Wamani" grande, de una montaña con nieve eterna. Èl, a esa hora, le había enviado ya su espíritu: un cóndor gris cuya espalda blanca estaba vibrando.