La peculliar familia dformada por la que simula ser Elvira Lindo, su santo y sus hijos adolescentes vive en estas páginas un nuevo verano de rutinas matinales, sopores vespertinos y calma chicha nocturna amenizada por el canto de los grillos que, paradójicamente, provoca una intensa inquietud en la protagonista de los irónicos soliloquios que componen esta obra, teñidos del mejor y más penetrante humor.