Este fue una de las primeras lecturas extensas de mi niñez. Mi papá me lo regaló suponiendo que era un libro de aventuras. En efecto lo es (y maravillosas) pero, oculta tras la fantasía de un niño que viaja sobre una oca que decide migrar con una parvada de patos salvajes, subyace un curso de geografía lapona, que me enseñó que la imaginación puede transformar la aridez de un tema escolar en una maravilla inolvidable.