En El Domador de Pulgas, se utiliza la máscara de la fábula tradicional para reflejar en esas pulgas los más despreciables hábitos sociales de los humanos: envidia, arribismo, ansias de poder, deslealtad. Tal recurso de mostrar a los hombres como pulgas, o viceversa, da cabida al tono satírico y burlesco que predomina en el discurso de la novela.