DESIREE

Acabo de terminar de leer de nuevo la novela “Désirée” de Annemarie Selinko, que tanto he echado de menos mientras leía la reciente versión de esta historia llamada “El Destino de una Reina”, escrita por Allison Pataki. Y de nuevo he vuelto a sentir todas las mismas emociones que me despertó ese libro a primera vez que lo leí hace ya muchos años. Es la historia de la ciudadana francesa Bernardine Eugéne Désirée Clary, hija del rico burgués comerciante en sedas de Marsella François Clary desde los 14 años hasta que fue coronada Reina de Suecia. Pero también es la historia de la primera novia de Napoleón Bonaparte y de la mujer del Mariscal francés Jean-Baptiste Bernardotte, que posteriormente fue elegido Príncipe Heredero de Suecia por el Parlamento de ese país debido a sus méritos como estratega militar y prudente gobernador que había acreditado en varios territorios alemanes ocupados por los ejércitos franceses de Napoleón. Y, sobre todo, es la historia de una mujer fuerte, con acendradas ideas republicanas y profundamente defensora de la Declaración de Derechos del Hombre que fué el mejor logro de la Revolución Francesa y que cambió definitivamente la historia de los hombres corrientes de Europa, convirtiéndoles en ciudadanos libres e iguales. Désirée conoce con 14 años a un jovencísimo general corso francés llamado con un nombre casi imposible de pronunciar, Napoleón Bonaparte, que era tremendamente pobre, pero tenía grandes sueños. Ella se enamora de él y él se enamora fundamentalmente de su dote. Posteriormente, él la abandona para casarse con Josefina de Beauharnais, que estaba mucho mejor relacionada con los políticos mas importantes del Gobierno francés en París. Y para Bonaparte lo único que contaba realmente era poder cumplir sus sueños de grandeza. Las circunstancias hicieron a Désirée Clary ser parte muy importante de la vida de los dos personajes más destacados de su época, enfrentados irremediablemente por el ansia de grandeza de Napoleón, que provocó la muerte de millones de soldados franceses en sus guerras de conquista. Bernardotte creía profundamente en la República originada por la Revolución y en los Derechos Universales del Hombre. Por eso nunca perdonó a Bonaparte que, sobre esos millones de muertos y desdeñando la República que tanto sufrimiento había costado construir, Napoleón se proclamara Emperador de los franceses. A su vez, Bonaparte sentía que Bernadotte le hacía sombra como militar y como gobernante y lo conservaba a su lado porque necesitaba sus triunfos, pero siempre procurando minimizarlos a los ojos del Ejército y de los franceses. Y cuando la ruptura ya se hacía inevitable entre ambos, el Parlamento sueco le ofrece a Bernardotte un trono y la posibilidad de llevar a cabo su ideal de gobierno regido por sólidos principios morales. Y en medio de todas esas intrigas gubernamentales estuvo Désirée por derecho propio, aunque no por propia elección. Al final fue ella la que convenció a Napoleón de abdicar y marchar a su destierro definitivo en la Isla de Santa Elena, evitando una guerra civil en Francia entre los partidarios y los detractores de Bonaparte. Esta novela también describe los años más convulsos de una Francia llamada a ser la cuna y la referencia de un nuevo orden mundial. Y en esta versión, la historia está narrada con todo el sentimiento, la emoción y el detalle que necesita para ser entendida en todos sus giros extraordinarios. Aquí podemos saborear a grandes personajes de la Historia Europea también en su faceta de simples personas que aman, odian, lloran, envidian y participan de todas las emociones inherentes a los seres humanos. No sé si ésta es la verdadera historia real de todos los acontecimientos históricos que narra. Pero si no lo es en todos sus extremos, merecería la pena que lo fuera.

Uno de mis libros preferidos. En su diario Désirée relata su participación, muy a su pesar, en la corte francesa de Napoleón y su matrimonio con el mariscal Bernadotte, futuro rey de Suecia. Prosa sencilla y amena.