Joan Fontcuberta es un artista a quien ha acompañado la reflexión teórica a lo largo de toda la carrera y, al mismo tiempo, desde hace más de treinta años, muchos analistas han dirigido sobre él su mirada, echando luz sobre su obra desde puntos de vista muy diversos. En este fuego cruzado de los discursos, Fontcuberta es objeto de una crítica intensa que no deja ningún resquicio de su obra en la oscuridad. Esta claridad contrasta, sin embargo, con lo que forma la esencia de sus obras: un arte consumado de la confusión de los géneros y los mensajes, un gusto inmoderado por el equívoco relacionado con el grado de realidad de los fenómenos. Así pues, el artista tendría algo de doctor Jekyll y Mister Hyde: pedagogo de nuestro mundo moderno al tiempo que virtuoso en el arte de tender trampas a la razón.