Reí, lloré, lo amé. Por lo que describe, Sudáfrica es muy parecido a México (eso o todos los países en vías de desarrollo son iguales). Sus reflexiones sobre el racismo, machismo y las estructuras socioeconómicas de un país "tercermundista" me parecen muy atinadas. Después de leerlo querrás ser el nuevo mejor amigo de Trevor Noah.
Brillante. Del apartheid sólo sabía que era un sistema de segregación racial, pero no que era tan... brutal. De todas formas, Trevor Noah logró que no sea un libro deprimente, por el contrario. Su madre es una mujer maravillosa.
Me pareció un libro súper entretenido, la manera en que Trevor cuenta las desgracias de su vida con ese toque de carisma que tiene hace que la lectura sea digerible. Te saca unas cuantas risas en medio de la tragedia y unas lágrimas al leer sobre la realidad del racismo.
Me ha encantado. Cuenta la infancia, adolescencia y juventud de Trevor Noah en la Sudáfrica del apartheid y posteriormente de Nelson Mandela, y la problemática del recismo. Aunque explica cosas muy duras, lo hace con un sentido del humor que hace que este libro se haya convertido en uno de los mejores, si no el mejor, en lo que llevo leído este año.
Mientras la mayoría de los niños son la prueba del amor entre sus padres, yo era la prueba de su crimen.
El lenguaje trae consigo una identidad y una cultura o, al menos, su percepción. Un idioma compartido indica: “Somos iguales”. Una barrera lingüística: “Somos diferentes”. La lengua, más que la raza, define quien eres para la gente.