Eduardo Arroyo suele escapar de la pintura y declara que su vocación es la escritura que ahonda en el carácter narrativo de su obra, en la que la pasión pugilística es una constante. Este libro celebra un deporte que como competición y espectáculo es no sólo una de las actividades más antiguas del mundo, sino un elemento de la cultura popular moderna. Arroyo nos invita a emprender el recorrido por esa pasión tan suya y jamás desmentida, el boxeo.