La vida de Ana Shirley, huérfana desde los dos años, nunca ha sido fácil, pero un inesperado error la llevará a encontrar el hogar que nunca tuvo junto a los hermanos Cuthbert en su granja de Tejas Verdes. Ya entrados en años, los Cuthbert esperaban recibir del orfanato a un chico que aliviase el peso de las labores agrícolas, pero en su lugar llegó Ana. Tras el rechazo inicial, ambos quedan fascinados por la viva imaginación de esta pelirroja de 11 años y la riqueza de su personalidad. Así pues, abandonan su objetivo inicial de contar con alguien que les ayude, al encontrar en Ana a alguien a quien cuidar. El ilustrador Antonio Lorente aporta una novedosa mirada sobre este gran clásico de la literatura canadiense.
Ana es una niña huerfana de once años que por una confusión termina viviendo en Tejas Verdes con los hermanos Cuthbert. A pesar de la oposición de Marilla, Ana consigue convercerlos de que no la devuelvan al orfanato. Ana se integra rapidamente a su nuevo hogar, y en poco tiempo Avonlea ya no conoce la vida sin ella. Ana es una niña dulce pero con temperamento, le encanta leer y hablar e imaginar diferentes historias que comparte con su amiga del alma Diana.
Ana es una niña huerfana de once años que por una confusión termina viviendo en Tejas Verdes con los hermanos Cuthbert. A pesar de la oposición de Marilla, Ana consigue convercerlos de que no la devuelvan al orfanato. Ana se integra rapidamente a su nuevo hogar, y en poco tiempo Avonlea ya no conoce la vida sin ella. Ana es una niña dulce pero con temperamento, le encanta leer y hablar e imaginar diferentes historias que comparte con su amiga del alma Diana.
Me compré este libro por su preciosa edición y sus fabulosas ilustraciones sin saber nada de su historia, la cual, me ha sorprendido muchísimo. Durante varios días he disfrutado de cada capítulo sintiendo que vivía en Tejas Verdes. Escrito por una mujer a principios de S. XX resulta ser una historia que alza el feminismo mediante su protagonista, Ana, una niña a la que es imposible no cogerle cariño a medida que avanza la historia.
Rechazamos la idea de que algo pueda gustarnos cuando alguien a quien amamos ya no está con nosotros para compartir esa alegría.
Escuché a los árboles hablar en sueños - murmuró la niña mientras él la bajaba -. ¡Qué sueños más hermosos deben de tener!