Nenna James, una joven canadiense sin medios para alquilar una vivienda en el Londres de principios de los 60, vive con sus dos hijas en una barcaza anclada en el Támesis. Ninguna de las tres «pertenece ni al agua ni a la tierra firme», y comparten su existencia con unos vecinos que se encuentran, como ellas, «a la deriva»: Willis, un artista que intenta vender su decrépita nave antes de que se hunda; Richard, a bordo del Lord Jim con su mujer, Laura, que preferiría mudarse; o Maurice, que ni siquiera protesta cuando su barcaza empieza a llenarse de objetos robados. Todos ellos viven a contracorriente, en un espacio en el que podrían primar la sencillez y la libertad de la vida excéntrica, pero que se ve salpicado de los pequeñas reveses cotidianos de cualquier existencia humana.
El argumento: Flojo. La autora no le ha podido sacar más jugo. Los personajes: Muy peculiares. A la pequeña Tilda la presentan como una niña, (tiene 6 años), demasiado precoz. Una frase: "Todas las distancias son iguales para aquellos que nunca se ven". El final: Inesperado. No por original, sino porque giras la última página y te encuentras con una en blanco. En definitiva: Floja.