Lo de puta vida era la primera vez que lo oía y me gustó; mi padre lo dijo con dos pes: pputa vida, porque estaba enfadado, me parece.
No hay nada que me haya dado la felicidad completa, excepto tú, quien más me ha hecho sufrir.
La universidad, las clases, poder leer toda la vida escrita... La mayor alegría era descubrir de pronto un libro insospechado en la biblioteca de casa. Y no le pesaba la soledad porque tenía todo el tiempo ocupado.
Es que era un niño un poco raro, lo reconozco. Y ahora, al recordar que los oí hablar de mi futuro agarrado al sheriff Carson y al valeroso gran jefe arapaho, procurando no delatarme, me parece que no era un poco raro, sino muy raro.
Entonces, silenciosamente, empezaron a caer copos de nieve. Nunca había visto nevar en Barcelona; nunca había visto a Bernat tan indignado. Nunca lo había visto tan desvalido. No sé si nevaba por él o por mí.
También me pregunto por qué se casarían mis padres. No creo que llegaran a quererse nunca. Nunca hubo amor en casa. Yo fui una mera consecuencia circunstancial de su vida.