Estamos en 1945, la guerra ha terminado. El momento, tan anhelado por los Cazalet, ha llegado finalmente, pero una Inglaterra atormentada por las privaciones y la desintegración del Imperio ensombrece la emoción por la noticia. En Home Place, la Navidad tendrá ese año un sabor agridulce: el de la luminosa promesa de una nueva era, el de la añoranza de una época que no habrá de volver. La convivencia forzada toca a su fin y la recobrada libertad obliga a que cada uno elija su propio camino. Y en esa difícil reorganización, los chicos llevan ya pantalón largo, las niñas se han convertido en mujeres, las parejas separadas por las armas luchan por recomponerse, mientras que aquellas que durante el conflicto permanecieron unidas tal vez deban ahora reconocer su fracaso... Un futuro incierto, una pátina de melancolía que parece recubrir todas las cosas y, sin embargo, también ese esperanzador viento que reaviva la confianza en un tiempo nuevo. La colosal saga familiar de Elizabeth Jane Howard, el último gran clásico de las letras inglesas del pasado siglo, da en este cuarto volumen de la serie un memorable paso adelante hacia su brillante y esperada culminación. 
Estamos a finales de 1945, Inglaterra, hace unos meses ya que finalizó la guerra y los Cazalet intentan volver a su vida de antes, pero todo no va a ser tan sencillo y rápido. En esta nueva entrega, cuarta ya, vemos como los seis años que ha durado la guerra han hecho mella en la familia, matrimonios que se separan, veteranos que regresan y que durante los años que han combatido fuera han conocido a otras personas y ahora tienen que renunciar a su felicidad por la obligación de volver con sus esposas e hijos, mujeres que ven como regresan sus maridos como auténticos desconocidos y tienen que empezar la relación de cero, personas dadas por muertas y que reaparecen, cambios emocionales e incluso hasta los cambios políticos llegan a afectar. Los problemas de los adolescentes van cambiando por problemas matrimoniales y a los que recordabas como niños los ves ya con pantalones largos..., el tiempo, ese juez inflexible va cambiando las cosas y poniéndolas en sitios distintos. De los cuatro libros que llevo leídos, éste es el mejor, sin duda..., tiene mucho ritmo, ocurren muchas cosas interesantes que hace que no puedas parar de leer y los sentimientos están a flor de piel. El estilo de la escritora sigue siendo una delicia, un gran derroche de elegancia y de estilo, una joya literaria que el tiempo terminará de poner en su lugar. Con ganas y tristeza al mismo tiempo por leer el quinto y último de la saga.
“- Los padres de Fen, dices?. No eran nada del otro mundo. Su padre murió alcoholizado y su madre se suicidó. Ya sabes lo que son los padres. Una mera necesidad biológica, en mi opinión.”