En un paraje virgen de Quebec, se encuentra el monasterio de Saint-Gilbert-Entre-les-Loups, donde dos docenas de monjes de clausura viven entregados a la contemplación. Cultivan un huerto, recogen los frutos del bosque, son autosuficientes y, sobre todo, cantan. Son célebres en todo el mundo por su canto gregoriano... Otro caso de los inspectores Armand Gamache y Jean-Guy Beauvoir.
El libro que, hasta ahora, me gustó más, por el tema, el lugar donde transcurre y el "encanto" que se desprende mientras lo leía. Con todos los "golpes de efecto" de las novelas policiales clásicas, en el momento justo. Perfectas. Recomendable e incluso una lección de cómo escribir una novela policial.