A pesar de las difíciles situaciones con las que parte el libro, inicié la lectura muy esperanzada, sobre todo por la increíble entereza de Alexander. También acompañé a Tatiana en la dura tarea de encontrar su lugar en Nueva York, sin Alexander. Esta primera parte de la novela también es muy estremecedora ya que, a modo de recuerdos, se cuenta la llegada de la familia Barrington a Rusia y como, poco a poco, se van destruyendo los proyectos, las ilusiones y sus vidas.