En la poesía de Rosario Gómez, nada hay de artificioso o rebuscado: es su puro retrato. Aunque fuerte y luchadora, se cuenta entre ese puñado de seres privilegiados que no han perdido la mirada limpia e ilusionada de la infancia, esa que., en los demás, la vida se ha encargado de borrar a puros zarpazos. Su luz me basta se empapa en una naturaleza humilde y cercana, y por eso mismo entrañable y emotiva.