Todavía sanando un corazón roto, Matthew ha pasado un año evitando a los incubis y su ejército de cazadores. Ahora tiene un nuevo objetivo: levantar el velo que cubre su pasado. ¿Por qué había sido convertido y abandonado por su creador? ¿Por qué no sentía el vínculo inicial entre el creador e hijo que los vampiros experimentan? ¿Quiénes eran sus padres, y por qué lo habían entregado al nacer? Frustrado por los callejones sin salida, su suerte cambia cuando una adolescente lo sigue. Es extraña, socialmente torpe, y puede ver el futuro. El futuro de Matthew. Ella le ayudará si él acuerda salvarla de la oscuridad ... de Tarrick. Con los ejércitos incubi acercándose, aparece un misterioso protector, jurando su lealtad a Matthew. Es antiguo, seductor , esta maldito, e incapaz de explicar por qué sigue llamando a Matthew mi príncipe.
La traición nunca fue tan amarga para Matthew como en el momento en que Tarrick lo entrego al rey de los Incubos Malarath. Pero gracias a sus enemigos y ahora aliados logra escapar. Aún en la huida sin mantener un hogar , sigue viajando solitario y apenas alimentándose para vivir. Matthew desolado es guiado a un encuentro predestinado. Sam, un oráculo codiciado por Malarath cruza su camino cambiando el destino de ambos tras pagar un alto precio. Creando un vínculo muy preciado para ambos. Y Davak, que se presenta ante Matthew como humilde servidor comenzará poco a poco a armar los cimientos para restaurar su corazón. Nuestro protagonista comienza a tener motivos por los cuales luchar y seguir adelante. Teniendo gente en que confiar y formando una pequeña familia. Pero claro, debíamos saber que esto es simplemente una preparación para la fórmula perfecta del desastre. La guerra continua en este mundo cruel y Matthew debe confraternizar con vampiros y decidir por que bando pelea en esta guerra de la cual nunca quiso ser parte. Y en esta historia siempre hay espacio para más dolor.