Aquella mañana, sentada con mi amiga en aquel tronco, fumando las dos tranquilamente y dejando vagar nuestras mentes a falta de nada mejor, no tenía conciencia exacta del lío en que nos habíamos metido... Por un momento me imaginé que estábamos en una de aquellas excursiones que hacíamos tiempo atrás con nuestra pandilla, donde fumábamos los primeros cigarrillos, antes de que el barrio saltara en mil pedazos, antes de que los ataques a los inmigrantes rompieran el barrio para siempre.