En Polvo para morder, Jorge Boccanera se instala en una instancia extrema, porque morder el polvo es la imagen de la derrota por excelencia y es desde ese límite que esta voz se resuelve, muestra el estrépito de la caída y transforma, como única salvación, el polvo en alimento, combustible para el poema, la nueva savia: Si es polvo lo que hay, con polvo será. Un último umbral desde el cual el yo poético se alza sin nada que perder, para dar el gran salto.