Tras una visita nocturna a un castillo medieval cercano al bosque en el que acampa, Oxen, un soldado veterano, se convierte en el principal sospechoso de haber asesinado a su dueño, un exembajador reconvertido ahora en un influyente y poderoso empresario. Rodeado por el Servicio de Inteligencia de la policía y sin tiempo de reaccionar, solo podrá confiar en Margrethe Franck, una agente poco ortodoxa junto a la que se verá envuelto en la investigación de una serie de asesinatos enigmáticos que aparentemente solo tienen un punto en común: perros ahorcados.
Me encanta la novela negra escandinava. Pero no todos los autores son iguales. El libro es entretenido y cumple su cometido pero apenas. No se logra empatizar con el protagonista, un ex soldado en la guerra de los balcanes lleno de cliches y lugares comunes. Conflictuado, con una familia que solo se la menciona en el libro y de la cual está alejado, estres postraumatico y supuestas acciones delictivas todas justificadas. Después fue condecorado. Y una compañera ruda y también tipo heroína. Pero se deja leer. No más que eso.