Con una prosa a veces escuetamente notarial, o más bien de rango jurídico, a ratos preñada de un amor cáustico, directo y de seguro efecto, una prosa documentada, veraz e implacable, el abogado Josep María Loperena levanta el telón de la ciudad y ofrece la cr4ónica impagable de un tiempo y un país y unas gentes que vivían inmersos en una fraudulenta ensoñación, pillados entre una especie de interminable juicio sumarísimo y una tragicómica realidad de precarias libertades y disparates diversos.