Decía Borges que hay pocos escritores felices, y citaba a Mark Twain. Yo me permito añadir a Chesterton, a Saki y al propio Borges a esa magra lista; y quizá también a Juan López-Carrillo, cuya poesía suscita la inmediat
0 reseñas sobre el libro LOS MUERTOS NO VAN AL CINE