Hermosa, evocadora, escrita por una de las nuevas y más personales voces de la ficción norteamericana, Leaving Atlanta supone todo un acontecimiento literario: el retrato de una de las tragedias más siniestras -y más ignoradas- de la historia reciente de Estados Unidos, trazado a partir de las palabras de tres niños inolvidables? Concluía el verano de 1981, un verano inmerso en una pesadilla de dos años. Los niños afroamericanos, en los barrios más periféricos de Atlanta, habían empezado a desaparecer, y veintinueve de ellos habrían muerto antes de que terminara el año. Como todos los demás, Tascha, Rodney y Octavia, compañeros de quinto curso, empezaban a descubrir que la vuelta al colegio implicaba recibir clases especiales de defensa personal, pasar los recreos dentro de las aulas y adentrarse en un mundo en que los retos cotidianos de hacerse mayores debían sumar un miedo constante. Conmovedora, precisa, llena de soterradas emociones. Leaving Atlanta resplandece con la desgarradora e inefable esencia de la infancia, con el dolor y las pequeñas victorias que todos hemos experimentado, con los cambios a veces lentos y a veces repentinos, con las fuerzas que nos arrastraron a la edad adulta y dieron forma a nuestras vidas para siempre.