LAS MUERTES CHIQUITAS

"Las muertes chiquitas son como ver fantasmas de uno mismo y recordarse vivo cada instante de la eternidad en qué estás muerto" sin duda alguna es un libro difícil de escribir, ya que, desnudarse al mundo y contar cómo la depresión arrasó con todo, le agradezco a Margarita por atreverse a indicarle al mundo como nos sentimos, cómo nos vemos al estar en depresión, espero que las palabras en este libro sirvan para ayudar.

Es un libro tan íntimo que uno siente que ha vivido al lado de Margarita y ha sido testigo de cada una de sus crisis. Empecé el libro esperando un "tratado" sobre la depresión, pero lo que me encontré fue una narración íntima, sensata y sobrecogedora, que me llevó a comprender cuánta valentía se necesita para vivir cuando no se quiere vivir.

Un efectivo tratamiento de las enfermedades mentales lastimosamente es un privilegio, un libros escrito desde el privilegio de un status económico alto, de una familia acomodadas, una narración egoísta y que podría ser mas solidaria y de referencia para temas de salud mental,

Es un libro cargado con el dolor de una enfermedad mental, que parece muy simple y vanal, pero es una historia con el fondo real de la enfermedad, dejando muchas heridas al descubierto con una realidad sin precedentes. Demasiado recomendado.

“Esa es la triste realidad del suicidio: que la vida sigue con uno o sin uno.”Desnudar la mente, el alma, el espíritu, el yo, la soledad; eso es lo que hace Margarita en este corto libro de ficción no novelada.Esté no es un libro que habla de la depresión con rigor científico, aunque la autora allá recibido atención especializada por esta enfermedad.Es atrapante la capacidad literaria con la que Margarita logra novelar apartes de su vida, creando un hilo conductor que va del adorno al núcleo del dolor.Yo he dividido el libro en dos partes, la primera, un relato que acepto como autobiográfico, en la que se expone la exuberancia, locura y ensueño de la vida de la autora, que aunque nos va mostrando índices embrionarios que auguran su caída, para una persona con poco conocimiento del tema, puede pensar que solo una vida de excesos puede llevar a un episodio depresivo profundo; aunque disfrute esta parte, no logre conectar totalmente con ella, pues aunque lo dice en su texto, “la depresión no es una enfermedad de clase alta”, su no ficción puede hacer pensar lo contrario, pero igual me resulta admirable la capacidad de contar abiertamente su locura y su vida.La segunda parte, conecta mucho más con ese título, con ese tema tabú para muchos, más con ese lector que sabe que esa enfermedad no necesita que su huésped tenga una vida glamurosa, ni de viajes, ni de amores. Líneas cargadas de verdades, no de diálogos personales lastimeros, si no de palabras que la mente le repite a la misma mente cuando se entra en ese estado del cual se quisiera salir pero no se puede, no es solo decir, animo, no estés tristeNi guía, ni manual, ni reglamento, solo un valiente texto “de largo aliento” en él se desnuda aquello que muchos quieren mantener vestido y abrigado en ellos y en los demás, pues aún cuesta mucho trabajo reconocer y hablar de las enfermedades mentales.