Me ha encantado leer cómo el protagonista de esta historia ve la vida desde su perspectiva que es la de un anciano que lucha a toda costa contra la vejez porque él mismo dice que no se lo va a poner fácil; no se resigna al hecho de tener que estar dependiendo de nadie y mucho menos a tener que apalancarse en el sofá hasta que le llegue la hora. Cesare quiere vivir, eso sí, a su manera, pero cree ser inmune a los recuerdos y a los remordimientos de las cosas que ha hecho y que no ha hecho en su vida. No quiere tener más ataduras emocionales con nadie, con sus dos hijos y porque no le queda remedio hasta que una chica joven con un montón de problemas muy serios se cruza en su vida, necesitada de comprensión y compañía. Es una novela irónica, porque así es su protagonista, pero que en el fondo deja un agridulce sabor: la vida decide por nosotros dependiendo el camino que tomemos; sí hay trenes que solo pasan una vez; y por supuesto el mundo se mueve y nosotros debemos hacerlo con él. FELIZ LECTURA