LA MUJER AGAPANTO. DIARIO DE UN JARDINERO

JUAN CAMILO BETANCUR

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Sinopsis de LA MUJER AGAPANTO. DIARIO DE UN JARDINERO

En la Mujer agapanto. Diario de un jardinero, estos términos: “Flor” y “mujer” no son solo ornamento sino algo profundo. Tanto que a veces uno no sabe cuándo es “flor” o “mujer”. A veces, es las dos cosas o ninguna. Por eso, cuando se escribe “flor” también se escribe “mujer” y ambas conservan la magia de lo efímero, la belleza finita de un olor. Por ello, en este libro, la “mujer” que es “flor” o la “flor” que es “mujer”, está viva y se traslada del jardín de El Hortalero al jardín de un mundo literario. En este mundo de letras, para la mayoría de adobes bien filados, brota un jardín en la fertilidad del espíritu y allí, en esa tierra virgen, perfuma todas las ideas y trasgrede la linealidad y la lógica. De esta manera, este diario deja una huella en el alma para el que es sensible al aroma de las flores. Y quién lo percibe siente un perfume que se esfuma apenas se huele, pero que queda en la memoria. Un perfume que atestigua que lo efímero, aunque desaparezca, nunca muere. La mujer agapanto. Diario de un jardinero, nos recuerda a otro libro maravilloso: Diario, Semanario y Poemas, en el cual Jaime Sabines cuenta su cotidianidad de un tono amoroso y crítico y cuyo valor literario reside en la continuidad de la prosa. En su caso, Juan Camilo Betancur utiliza a personajes principales y secundarios, para exponer la problemática rural y el olvido de las minorías campesinas de las montañas de Antioquia, por medio de la prosa poética. El diario personal, como lo son algunas paginas hermosas de los “Diarios Secretos” de Tostoi, se encuentra inmerso en el subgénero de la autobiografía, debido a que parte de la narración del escritor sobre experiencias personales en las cuales se desenvuelve su vida. Normalmente, los diarios personales son leídos únicamente por el autor, por cuestiones privadas e íntimas. Sin embargo, es esta intimidad la que quiere compartir Juan Camilo con su personaje central, el Hortalero, con el cual intenta llevar lo personal al plano literario.

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