La hija y la nieta de Mathilda Gillespie son las principales sospechosas de su misterioso asesinato. Pero, al reconocerse el testamenteo, resulta que la única beneficiaria es su médica personal. La doctora Sarah Blakeney deberá adelantar en su pesquisa por libre, mientras la polícia se vuelve en su contra para probar su culpabilidad.