Fatalidad, seducción, misterio. Tres claves del erotismo. Bellísima, ingenua, perversa más allá de sí misma y liberada de la noche a la mañana por una viudez providencial, la joven marquesita de Loria deambula como un afrodisíaco fantasma de carne y hueso por las calles más aristocráticas del Madrid de los años veinte.
José Donoso nos cuenta la historia de Blanca, una marquesita sensual, ardiente, desenfadada, cuya piel es como la candela, suele lastimar a quien está en contacto con ella. Al menos, eso pienso ella al principio. La historia tiene elementos del erotismo envueltos en un velo sutil de metáforas y alegorías, una prosa brillante y, casi, barroca, una descripción exquisita. Rica en comparaciones sutiles, la novela de Donoso es un recorrido por la España de los años 20. Blanca se queda viuda después de 5 meses de matrimonio con Paquito Loria, un simplón que requería de estar bajo el riesgo de ser descubierto en plena acción sexual para que logre excitar sus instintos bajos. Este adquiere difteria un día que sale a una fiesta de disfraces sin gabán en medio de un aluvión. En fin, esto solo desescadenará que la marquesita, deseada por todos los hombres, se entregue a sus deseos más pecaminosos. Un registro de sus amoríos y entregas. Blanca zigzaguea entre la pasión y la entrega sin tapujos. Casilda, la madre de Paquito, detrás de sus pasos tratará de castrar su libertad. Personajes como Archibaldo, el pintor, Luna, su perro macho, Almanza, supuesto amante de la marquesa, Teresa Castillo, prima de este, Mario el mecánico, enamorado de Hortensia, Mamento Sosa, el contador. En fin, personajes con los que Blanca se mezcla y que consiguen con refinada metáfora tejer una historia muy bien contada.