Año 1940. Tras su exilio en París, el pintor Adrián Fadrique decide volver a Madrid con el fin de recuperar su pasado y encontrar a Amelia. En su vida hay un vacío de memoria a causa de un accidente que borró gran parte de sus recuerdos, algo que le empuja a regresar al lugar donde pasó los mejores años de su vida. En la ciudad subsisten restos ocultos de resistencia republicana y un numeroso grupo de agentes extranjeros que tratan de decantar la posición de España en la recién estallada Guerra Mundial. En esta encrucijada, el artista se ve envuelto en una trama que le lleva a colaborar con La Fundación, un movimiento clandestino auspiciado por la inteligencia británica y liderado por Ernesto Lara, en cuya vieja librería abandonada se veían durante la guerra. Es así como va dándose cuenta de quien fue realmente, al tiempo que va hallando pistas sobre el paradero de Amelia. Muchos años más tarde, el profesor Alejandro Piedra consigue comprar un óleo del desconocido Adrián Fadrique en una subasta de Sotheby’s. Todo hace indicar que se trata de una obra sin mayor importancia, pero la noticia suscita el interés inusitado de extraños grupos que están dispuestos a cualquier cosa para arrebatársela. La librería del callejón es una novela sobre la fidelidad, el arte, el misterio y los vericuetos del destino. De cómo ...
La vida del pintor Adrián Fadrique se desarrolla durante la Guerra Civil española. Setenta años más tarde Alejandro Piedra, director artístico de un museo de Madrid, comprará un cuadro suyo que le llevará a revisar la vida del artista en el pasado. Marjalizo tiene el talento de envolver la trama en un aura brillante. Le da el tono de un recuerdo onírico, una historia plagada de nostalgia. Se agradece el esfuerzo del autor por dotar su prosa de un léxico poco común y de época; eso regala a la trama un estilo que adorna de calidad la historia. Es Marjalizo un ingeniero de minas español; lo conocí por casualidad y debo reconocer que me gusta mucho su estilo; lástima que solo cuenta con tres títulos a sus espaldas. Un libro que se disfruta en cada página: de los que te roban tiempo en cualquier momento del día.
No hay mejor carcelero que uno mismo, ni mejor camarada que la conciencia. La conciencia es el último tribunal humano, el único al que debemos rendir cuentas.
Era una lluvia mínima, arrepentida de sí misma, temerosa, una lluvia que aún no había llegado y parecía que ya se estaba yendo.