Escrita en 1882 y publicada en parte como folletín, La gran aldea salió a luz en 1884 en el diario Sud América, o en El Nacional, según otras fuentes. Lo que se sabe con seguridad es que, desde sus primeras entregas, fue recibida con enorme entusiasmo por los lectores porteños. La gran aldea relata la incesante transformación institucional, social y hasta arquitectónica de Buenos Aires durante los treinta años siguientes a la caída de Juan Manuel de Rosas. Si Roberto Arlt nos reveló con sus novelas y aguafuertes la Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XX, López hizo lo propio con la segunda mitad del XIX. Desde la tensión de opuestos de su título, esta estupenda novela-crónica muestra los procesos de transformación de la sociedad porteña en un arco que abarca la niñez, la adolescencia y la juventud del protagonista. Con una prosa expresiva y casual que se desliza críticamente hacia el tono paródico va entretejiendo la realidad de Buenos Aires con episodios personales, a veces dramáticos, de la vida del narrador. Como ya señaló Rafael Alberto Arrieta hace más de sesenta años: 'La reaparición de este libro tendrá, para muchos de sus lectores, el significado de una revelación. La gran aldea está destinada a vivir tanto como la metrópoli argentina.'
¡Sentí la desesperación, la horrible desesperación que se siente ante lo imposible, ante la muerte, ante lo irremediable, y pensé si el alma podría arrancarse del cuerpo y arrojarse como inútil estorbo de la vida!